Muchas veces me he preguntado por qué de la amplia discrografía de King Crimson mi preferido es Larks’ Tongues in Aspic. Realmente la respuesta es sencilla... no es que considere que sea su mejor disco. Es por el simple hecho que fue el primero que compré. La primer versión que obtuve fue en vinilo, y no era uno de sus últimos, pero fue el primero que conocí. Siempre son las primeras impresiones las que nos quedan impregnadas más profundamente. Aunque a través de los años comprendamos mejor las cosas, sean buenas o malas, son inolvidables. Cuando fuiste
un adolescente que lo único que tenías para escuchar vinilos era un Winco porque
en esa época reinaba el cassette podían pasarte
muchas cosas, algunas no muy buenas.
No estás consciente de la alta fidelidad, ni tan siquiera de la estereofonía. Así
que vas a lo un amigo que tenía el
equipo de tus sueños (hoy te das cuenta que no era tal, pero era un Audinac,
que para muchos era el sumun) y entre los impresionantes bajos de Wetton notás
en los pianísimos un horrible ruido de fritura.
Claro
que tratás de pasarlo por alto, ignorarlo, y disfrutar de la música en toda su plenitud, pero al
final te queda la inquietud y la bronca que te hayan vendido un disco usado, cosa
totalmente habitual en una disquería del centro. Que si hubiera sido en una de
barrio podrías haber logrado que escuchen tu reclamo, pero en una gran disquería no
importás.
Entonces
un genio de la radio dice que para sacarle el ruido de fritura nada mejor que
ponerle aceite. Claro, hoy sabés que no se puede sacar el ruido porque es
simplemente deterioro, pero la inocencia adolescente, inexperta cae en esa y
cosas peores. Ni que decirte que tomás el consejo que te dan los “expertos” de
un programa de radio como palabra santa, y te pasa como con todo
lo que hace rato proviene de los medios: terminás comiendo carne podrida. Pero
fue una gran enseñanza para un adolescente: que te avives bien temprano en la
vida que los medios de comunicación te engañan y los que “trabajan” en ellos no
merecen el puesto que ocupan.
El
disco quedó como recuerdo. Ninguna limpieza pudo sacarle la mugre que le dejó
el aceite, que la púa levantaba graciosamente en su tránsito por el surco, al
tratar de escucharlo en el Winco. Y naturalmente olvidarse de llevarlo a lo de
tu amigo para escucharlo de vuelta, para no quedar como un tonto que lo único que iba a lograr era arruinarle la púa del “equipo de tus/sus
sueños.”
Hasta
aquí la anécdota juvenil y ahora la reseña de esta edición. Mientras la leemos podemos escuchar Larks' Tongues in Aspic Part I en la versión que nos ofrece DGM Live en Youtube.